Condiciones bajo las cuales los niños
aprenden a hablar
Condición
1: inmersión. Desde el momento en que nacen, los significantes hablados
del lenguaje caen como un aluvión que envuelve a los niños. Ellos están inmersos
en un “diluvio de lenguaje” y, la mayor parte de su tiempo despierto, son usuarios
hábiles del lenguaje-cultura en la que han nacido y que los sumerge literalmente
en un baño de sonidos, significados, cadencias y ritmos del lenguaje que tienen
que aprender. Es importante darse cuenta que este lenguaje que continuamente
fluye alrededor de ellos es siempre significativo, generalmente intencionado y,
lo que es más importante, total. (En el mundo real, usualmente la gente no habla sin sentido, ni habla
usando un lenguaje fragmentario.)
Condición
2: demostración. Un sinónimo cercano es el término “modelo”. Por éste
entiendo que los niños, en el proceso del aprender a hablar, reciben miles y miles
de demostraciones (modelos o ejemplos) del lenguaje hablado siendo usadas en
formas significativas y funcionales. El niño sentado en su sillita alta durante
el desayuno escucha un flujo de sonidos emitidos por la boca de su padre y la azucarera
pasa de un lado a otro. Este género de “demostración” de las convenciones que
se utilizan para expresar significados es repetida una y otra vez, y a través
de ellas el aprendiz obtiene los datos que lo habilitan para adoptar las convenciones
que necesita usar a fin de llegar a ser un hablante/comprendedor del lenguaje
cultural en que ha nacido.
Condición
3: expectativa. Todos
los padres esperan que sus niños aprendan a hablar. Las expectativas son formas
muy sutiles de comunicación a las que responden los aprendices. Nosotros
“emitimos” expectativas de que nuestros niños aprenderán a caminar y hablar, y
ellos lo harán, aun si esto es bastante penoso (caminar) y muy complicado
(hablar). ¿Cuántos de nosotros realmente esperamos que nuestros adolescentes no
aprendan a manejar?, ¿cuántos de ellos fracasan? Si nosotros les emitimos expectativas
de que aprender a leer, escribir, deletrear, aprender otro idioma es difícil,
complejo, superior a ellos, responderán de acuerdo con ellas. En el grupo
“maternal”, los niños leerán, deletrearán,
escribirán y hablarán como bebés si eso esperamos de ellos.
Condición
4: responsabilidad. Cuando
los niños aprenden a hablar, se les deja la responsabilidad del aprendizaje de
la lengua. Los padres dejan que los niños decidan el juego de convenciones que
dominarán.
Los niños dominan diferentes estructuras gramaticales
a diferentes edades. Lo importante es que llegan al mismo estado de lenguaje
“sepa-como” alrededor de los 5 ½ - 61/2 años de
edad. En donde quiera, niños parecidos llegan al mismo destino por diferentes
rutas. Es el aprendizaje natural
Condición
5: aproximación. No se espera que los jóvenes aprendices de la forma oral de un lenguaje
(es decir, hablada) desplieguen de lleno una competencia adulta desde el
principio. Actualmente los padres recompensan a sus niños no sólo por estar en
lo correcto sino también por acercarse a ello.
Condición
6: uso. Cuando los niños están aprendiendo a hablar se les provee de muchas
oportunidades para usar esta forma de lenguaje. No los restringimos a dos
periodos de 20 minutos por semana para emplear las convenciones del lenguaje
hablado ni les impedimos practicarlo en otros momentos. No los forzamos a
esperar hasta que “la hora de hablar” llegue cada semana.
Condición
7: Retroalimentación. ¿Cómo es que nuestros aprendices inmaduros pasan del “eta taza” al
“esta es una taza”?, ¿del “papo mami” al “ese es el zapato de mami”? La
evidencia es bastante concluyente y está fundada en estudios realizados en
otros países: los adultos (y los hermanos mayores también) que enseñan a los
niños pequeños los retroalimentan de manera especial.
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